lunes, 6 de mayo de 2013

Artemis Fowl and The Last Guardian. Traducción capítulo 1

Por fin acabé de traducir. He tardado siglos, pero aquí está y estoy orgullosa de ello (?)
Los NT/ significan notas de la traductora, es decir yo, para aclarar pequeñas cosas.
Sin más dilación...


Capítulo 1: UNA SITUACIÓN COMPLEJA

DE LAS NOTAS DEL DOCTOR JERBAL ARGÓN, DEL GREMIO DE PSICÓLOGOS

  1. Artemis Fowl, una vez autoproclamado mente maestra criminal, ahora prefiere el término joven genio. Aparentemente ha cambiado. (Nota para mí mismo: me mantengo en una actitud crítica)
  2. En los pasados seis meses, Artemis ha estado experimentando semanalmente unas sesiones de terapia en mi clínica, en un intento de superar un grave caso de complejo de Atlantis, una condición psicológica que aparece como resultado de entrometerse en la magia de las criaturas. (Para servirse de ella directamente, fangosillo estúpido).
  3. Recordar que tengo que presentar una factura exorbitante a la PES.
  4. Artemis parece estar curado. ¿Es esto probable o incluso posible?
  5. Discutir de mi teoría de la relatividad con Artemis. Podría añadirlo y hacer un interesante capítulo en mi libro: Frustrando a Fowl: Burlándonos del sabeloto. (A los editores les encanta el título, ¡Ka-ching!* ((NT/ ésto es el ruido de una caja registradora))).
  6. Encargar más analgésicos para mi maldita cadera.
  7. Emitir un certificado sobre la buena salud mental de Artemis. Final de la sesión de hoy.

OFICINA DEL DOCTOR ARGÓN, CIUDAD REFUGIO, LOS ELEMENTOS DEL SUBSUELO

Artemis Fowl cada vez estaba más impaciente. Argón llegaba tarde. Esta sesión final era tan innecesaria como las seis pasadas. Él estaba completamente curado, ¡por amor de Dios! ¡Y desde la semana dieciocho! Su prodigioso intelecto había acelerado el proceso, y él no tendría que juguetear con sus pulgares por el requerimiento de un psiquiatra gnómico.
Al principio, Artemis paseó por la oficina, negándose a ser tranquilizado por el muro de agua, con sus suaves luces ambientales palpitando; más tarde, se sentó en la cabina de oxígeno, donde consiguió calmarse bastante más.
En efecto, la cabina de oxígeno, pensó, agachando la cabeza rápidamente fuera de la sala.
Finalmente la puerta siseó y se deslizó hacia un lado, dejando entrar al doctor Argón en su oficina. El rechoncho doctor cojeó hasta su silla. Se dejó caer en ella y golpeó los controles del apoyabrazos hasta que la bolsa de gel bajo el lado derecho de su cadera, resplandeció suavemente.
-Aaaahh-suspiró.- Mi cadera me está matando. Honestamente, nada funciona. La gente cree que conoce el dolor, pero ellos no tienen ni idea.
-Llegas tarde- señaló Artemis en un fluido gnómico y con una voz carente de simpatía.
Argón suspiró felizmente de nuevo porque la caliente almohadilla estaba trabajando con su cadera.
-Siempre con prisas, fangosillo. ¿Por qué no tomaste una bocanada de oxígeno o meditaste con la pantalla de agua? Los monjes Hey-hey apelan a Dios de una forma irrespetuosa (NT/ maldicen (?)) por esas pantallas de agua.
-Yo no soy un sacerdote mágico, Doctor. Lo que esos monjes hagan tras el primer gong me interesa muy poco. ¿Podemos proceder con mi rehabilitación ? ¿O prefieres hacerme perder más el tiempo?
Argón resopló y se echó hacia adelante, abriendo un archivo sobre el escritorio.
-¿Por qué cuanto más sano estás, más desagradable te vuelves?
Artemis cruzó las piernas, su lenguaje corporal reflejaba que estaba relajado por primera vez.
-Esa ira reprimida, Doctor, ¿de dónde proviene?
-Vamos a cumplir con tu disposición, ¿de acuerdo, Artemis? Voy a mostrarte algunas manchas de tinta y tú tendrás que contarme lo que ellas te sugieren.
El quejido/gemido de Artemis fue alargado y teatral.
-Manchas de tinta. Oh, por favor. Mi lapso de vida es considerablemente más corto que el suyo. Yo prefiero no perder el tiempo en pruebas inútiles. Podemos también leer las hojas del té o adivinar el futuro con las entrañas de un pavo.
-Las lecturas de manchas de tinta son un indicador fiable de la salud mental-objetó Argón.- Probado y comprobado.
-Probado por psiquiatras para psiquiatras- resopló Artemis.
Argón puso una carta boca abajo sobre la mesa.
-¿Qué ves en esta carta?
-Veo una mancha de tinta- dijo Artemis.
-Sí, pero, ¿qué es lo que te sugiere?
Artemis sonrió de una forma supremamente molesta.
-Veo la carta quinientas treinta y cuatro.
-¿Perdón?
-La carta quinientas treinta y cuatro- repitió Artemis.- De una serie de seiscientas cartas de manchas de tinta. Las he memorizado durante nuestras sesiones. Ni siquiera las has barajado.
Argón miró el número que había en la parte de atrás de la carta: 534. Por supuesto.
-Conociendo el número no respondes a la pregunta. ¿Qué es lo que ves?
Artemis dejó que su labio temblase.
-Veo un hacha de la que chorrea sangre. También a un niño asustado y a un elfo vestido con la piel de un troll.
-¿De verdad?- Argón ahora sí que estaba interesado.
-No, claro que no. Veo un edificio seguro, quizá el hogar de una familia, con cuatro ventanas. Una mascota confiable y un camino que conduce desde la puerta hacia la lejanía. Creo, que si miras en tu manual, encontrarás que estas respuestas están dentro de los parámetros saludables.
Argón no necesitaba mirar. El fangosillo estaba en lo cierto, como siempre. Tal vez, podría sorprender a Artemis con su nueva teoría. No era parte del programa, pero podría obtener algo de él al respecto.
-¿Has oído sobre la teoría de la relatividad?
Artemis pestañeó.
-¿Es una broma? He viajado en el tiempo, Doctor. ¡Creo que sé algo sobre la relatividad!
-No, no esa teoría. La mía propone que todas las cosas mágicas están relacionadas e influenciadas por antiguos hechizos o por puntos calientes.
Artemis se frotó la barbilla.
-Interesante, pero creo que tu postulado debería ser llamado la teoría de la relación.
-Como sea,- dijo Argón, quitándole importancia.- Hice una pequeña investigación y resulta que los Fowls han sido una molestia para la gente del subsuelo de vez en cuando desde hace miles de años. Docenas de tus antepasados han intentado conseguir nuestro oro, pero sólo tú tuviste éxito.
Artemis se sentó derecho. Esto era interesante.
-Y yo nunca supe sobre esto porque le borrasteis la memoria a mis antepasados.
-Exacto,-dijo Argón, emocionado de haber captado toda la atención de Artemis.-Cuando era un muchacho, tu propio padre logró atrapar un enano que estaba siendo guiado hacia la finca. Imagino que todavía sueña con ese momento.
-Bien por él.- Un pesamiento golpeó a Artemis.- ¿Por qué estaba el enano siendo atraído hacia nuestra propiedad?
-Porque allí, los residuos mágicos están fuera de escala. Algo sucedió en la finca Fowl una vez. Algo enorme, mágicamente hablando.
-Y esta persistente energía plantaba ideas en las cabezas de los Fowls y nos empujaba a creer en la magia,- murmuró Artemis casi para sí mismo.
-Es una situación como la del goblin y el huevo.¿Pensaste en la magia y encontraste magia? ¿O fue la magia la que te hizo buscar la magia?
Artemis tomó algunas notas en su smartphone.
-Y este gran evento mágico... ¿Puedes ser más específico acerca de él?
Argón se encogió de hombros.
-Nuestros registros no llegan tan lejos. Diría que estamos hablando sobre cuando todavía los seres mágicos vivían en la superficie, hace más de diez mil años.
Artemis se levantó y se cernió sobre el gnomo regordete. Sentía que le debía algo al doctor por contarle sobre la teoría de la relación.
-Doctor Argón, ¿tuvo los pies torcidos hacia adentro?
Argón estaba se sorprendió de que diese una respuesta honesta tan rápidamente a una pregunta personal, muy inusual para un psiquiatra.
-Sí, los tuve.
-¿Y fuiste forzado a llevar unos zapatos correctivos con unas suelas especiales?
Argón estaba intrigado. No había pensado en esos horribles zapatos en muchísimo tiempo. Hasta ese momento, él los había olvidado.
-Sólo uno, en mi pie derecho.
Artemis asintió sabiamente, y Argón se sintió como si los papeles se hubiesen cambiado, y ahora, él fuese el paciente.
-Yo diría que el pie volvió a su forma correcta, pero el fémur se torció ligeramente en el proceso. Un simple aparato ortopédico debería solucionar tu problema de cadera.- Artemis sacó una servilleta doblada de su bolsillo.-Hice un diseño mientras me hacías esperar en las sesiones. Potrillo debería ser capaz de construirte el aparato. Puedo haberme equivocado en algunos centímetros, porque he calculado aproximadamente tus dimensiones, así que es mejor que te midas.- Apoyó las dos manos sobre la mesa.- ¿Puedo irme ya? ¿He cumplido con mi obligación?
El doctor asintió sombríamente, pensando que posiblemente podría omitir esta sesión en su libro. Vio como el chico cruzaba la oficina y se agachaba para pasar por la puerta.
Argón estudió el dibujo de la servilleta y supo instintivamente que Artemis tenía razón respecto a su cadera.
O ese muchacho es la criatura más cuerda del planeta, o está tan perturbado que nuestras pruebas no son capaces siquiera de arañar la superficie.
Argón cogió un sello de su escritorio y sobre la cubierta del archivo de Artemis estampó la palabra 'FUNCIONAL' en grandes letras rojas.
Eso espero, pensó. Realmente lo espero.

El guardaespaldas Mayordomo, esperaba a Artemis afuera de la oficina del Dr. Argón, en una enorme silla que le había regalado el centauro Potrillo de la PES.
-¡No puedo soportar verte sentado en un taburete de duende!- Le había dicho Potrillo.- Hace daño a mis ojos. Pareces un mono pasando un coco.
-De acuerdo, - había dicho Mayordomo en su natural tono grave.- Acepto el regalo, pero sólo para que sigas conservando tus ojos.
Aunque en realidad, estaba muy contento de tener una silla cómoda, puesto que él tenía seis pies de altura y estaba en una ciudad construida para alguien de tres.
El guardaespaldas se levantó y se estiró. Gracias a Dios, Argón tenía un gusto por lo grandioso y el techo era el doble de alto que en los estándares normales del subsuelo. De no haber sido ese caso, no podría ni estar de pie en la clínica. En su opinión, el edificio, con sus techos abovedados, tapices con motas doradas y puertas correderas de madera, parecía más un monasterio donde los monjes habían hecho voto de sus riquezas que de un centro médico. Sólo el láser desinfectante de la pared y el pase ocasional de alguna duendecilla enfermera, daba indicios de que estaban en una clínica.
Estoy tan contento de que ésto esté llegando por fin a su fin, Mayordomo había pensado esto al menos una vez cada cinco minutos durante las últimas dos semanas. Él había estado en espacios reducidos muchas veces; pero había algo sobre estar confinado en una ciudad sujeta a la parte inferior de la corteza terrestre, que le hacía tener claustrofobia por primera vez en su vida.
Artemis emergió de la oficina de Argón con una sonrisa de autosuficiencia más pronunciada incluso que la habitual. Cuando Butler se fijó en esa expresión, supo de inmediato que su jefe había recuperado su control y sus facultades y que el Complejo de Atlantis estaba curado oficialmente.
No más contar palabras. No más miedo irracional al número cuatro. No más paranoias y desilusiones. Gracias a Dios.
Él preguntó, de todas maneras, para estar seguro.
-¿Cómo estás, Artemis?
Artemis se abotonó su chaqueta azul marina de lana.
-Estamos bien, Mayordomo. Esto quiere decir que yo, Artemis Fowl II, estoy funcional al cien por cien, que es cinco veces la funcionalidad de una persona corriente. O diciéndolo de otra manera: 1.5 Mozarts o tres cuartas partes de Da Vinci.
-¿Sólo tres cuartas? Estás siendo modesto.
-Correcto,-dijo Artemis sonriendo.- Lo soy.
Los hombros de Mayordomo se relajaron. Ego inflado y confianza suprema en sí mismo. Sin duda era el Artemis de siempre.
-Muy bien, vamos a recoger al escolta y nos ponemos en camino entonces. Quiero sentir el sol en mi cara. El sol real, no las lámparas que tienen aquí abajo.
Artemis sintió una punzada de simpatía por su guardaespaldas, una emoción que había experimentado más y más en los recientes meses. Ya era suficientemente difícil para Mayordomo pasar desapercibido entre los humanos, pero en el subsuelo, ni llevando un traje de payaso y haciendo malabares con bolas de fuego, habría llamado tanto la atención.
-Muy bien,-estuvo de acuerdo Artemis.- Vamos a recoger a nuestro escolta y salir de aquí. ¿Dónde está Holly?
Mayordomo señaló hacia el pasillo.
-Donde suele estar normalmente: con el clon.

La capitana Holly Canija de la Policía de los Elementos del Subsuelo, Sección de Reconocimiento, miraba fijamente el rostro de su archienemiga y sólo sentía lástima. Por supuesto, si ella hubiese estado mirando a la verdadera Opal Koboi y no a un clon, entonces, la lástima no habría estado en las últimas palabras de su lista, pero sí muy por debajo de rabia y disgusto intenso que raya el odio.
Pero se trataba de un clon. Holly sentía lástima por ella porque era una criatura patética y tonta que nunca había pedido ser creada.
La clonación era una ciencia prohibida tanto por razones religiosas como por las razones más obvias, sin una fuerza de vida o un alma que diese energía a sus sistemas, los clones estaban condenados a una corta vida de negligente actividad cerebral e insuficiencia orgánica.
Esta clon en particular, había vivido la mayor parte de sus días en una incubadora, luchando por cada inhalación desde que había sido alejada de la crisálida en la que había crecido.
-No por mucho más tiempo, pequeña,- susurró Holly, tocando la frente de la duende a través de los guantes estériles de la pared de la incubadora.
Holly no podría decir porqué había comenzado a visitar a la clon. Quizás porque Argón le había comentado que nadie lo hacía.
Ella vino de ninguna parte. No tiene amigos.
Ahora, ella tenía al menos dos amigos. Artemis se había unido a Holly en las visitas y a menudo se sentaba junto a ella, lo que era extraño en él.
La designación oficial del clon era Experimento 14 No Autorizado, pero alguien de la clínica la llamó ingeniosamente Nopal, que era un cruel juego de palabras con Opal y no pal* (NT/ no amigos). Cruel o no, el nombre se quedó; y ahora, incluso Holly lo usaba, aunque con ternura.
Argón le había asegurado que el Experimento 14 No Autorizado no poseía facultades mentales, pero Holly estaba segura de que a veces, los ojos de Nopal reaccionaban cuando ella la visitaba. ¿Podía reconocerla?
Holly miró los delicados rasgos de Nopal y fue inevitable que recordase a la donante del gen del clon.
Esa duende es veneno, pensó amargamente. Todo lo que toca se marchita y muere.
Artemis entró en la habitación y se quedó junto a ella, dejando una mano descansar sobre su hombro.
-Ellos están equivocados respecto a Nopal,- dijo Holly.- Ella siente cosas. Ella entiende.
Artemis se arrodilló.
-Lo sé, le enseñé algo la semana pasada. Mira.
Artemis colocó su mano en el cristal, golpeándolo ligeramente con los dedos en una lenta secuencia, construyendo un ritmo.
-Esto es un ejercicio diseñado por el Dr. Parnassus de Cuba. Él lo utiliza para generar una respuesta en los bebés, e incluso en los chimpancés.
Artemis continuó golpeando, y lentamente Nopal respondió, levantando sus manos laboriosamente hasta las de Artemis, y comenzando a golpear el cristal con torpeza en un intento de copiar el ritmo.
-¿Lo ves?- dijo Artemis.- Inteligencia.
Holly le golpeó suavemente, hombro con hombro, que era su versión de un abrazo.
-Sabía que tu cerebro podía ser práctico a veces.
La bellota en el pecho del uniforme de Holly vibró, y Holly tocó su auricular wi-tech, aceptando la llamada. Un rápido vistazo a su ordenador de pulsera le informó de que la llamada era del técnico de la PES, Potrillo, y que el centauro la había clasificado de urgente.
-¿Qué pasa, Potrillo? Estoy en la clínica, cuidando de Artemis.
La voz del centauro fue clara a través de la red inalámbrica de Ciudad Refugio.
-Te necesito de vuelta en la Police Plaza ahora mismo. Trae al fangosillo.
El centauro sonaba dramático, pero Potrillo hacía de reina del drama incluso cuando su soufflé de zanahoria se derrumbaba.
-Así no es como funciona, Potrillo. Los consultores no dan ordenes a capitanes.
-Tenemos una visión de Koboi proviniendo de un satélite. Es una transmisión en vivo,- respondió el técnico consultor.
-Vamos para allá,-dijo Holly, cortando la conexión.
Recogieron a Mayordomo en el pasillo. Artemis, Holly, y Mayordomo eran tres aliados que había resistido batallas, rebeliones y conspiraciones juntos y había desarrollado su propia taquigrafía.
Mayordomo sabía que Holly tenía su expresión de trabajo.
-¿Situación?
Holly no se paró y siguió hacia adelante, obligando a los demás a seguirla.
-Opal,- dijo en inglés.
La expresión de Mayordomo se endureció.
-¿Por dónde la vemos?
-Vía satélite.
-¿Origen?- preguntó el guardaespaldas.
-Desconocido.
Los tres se apresuraron hasta el patio de la clínica. Mayordomo se adelantó al grupo y abrió la puerta en la que había una ventana por donde se veía a un atento médico consolando a un paciente que estaba llorando. (NT/ Decía así como 'la puerta antigua con bisagras donde había una ventana... blah blah blah. Pero creo que eso queda feo, así que lo suprimo)
-¿Vamos a tomar el Stick*?-preguntó el guardaespaldas en un tono que sugería que él prefería no coger el Stick. (NT/ Stick es palo o barra, pero queda mejor en inglés, así que lo dejo sin traducir)
Holly atravesó la puerta.
-Lo siento, grandullón, hora de coger el Stick.
Artemis no había cogido nunca un transporte público, ni humano, ni mágico. Así que él preguntó: ¿Qué es el stick?
El stick era el nombre de la calle por la que una serie de cintas transportadoras pasaban en bandas paralelas a lo largo de la red de bloques de Ciudad Refugio. Era un antiguo y confiable medio de transporte de un tiempo menos pleitista, el cual funcionaba de una manera similar a ciertos sistemas de calzada de algunos aeropuertos humanos. Había plataformas atravesando toda la ciudad, y todo lo que una persona tenía que hacer era entrar en una cadena y agarrar uno de los tallos de fibra de carbono que brotaban de ella. De ahí el nombre de Stick.
Artemis y Mayordomo había visto, por supuesto, el Stick antes, pero Artemis nunca había planeado utilizar ese indigno medio de transporte y no se había molestado siquiera en saber su nombre.
Artemis sabía que, con su famosa falta de coordinación, cualquier intento de saltar sobre la cinta, daría lugar a una humillante caída. Para Mayordomo, el problema no era la coordinación. Él sabía que con su envergadura, le sería difícil entrar sus pies en la anchura de la correa.
-Ah, sí,- dijo Artemis.-El Stick. ¿No sería más rápido un taxi verde?
-No,- dijo Holly, presionando a Artemis a subir la rampa de la plataforma. Entonces, en el momento justo, lo empujó. Artemis dio un paso inconsciente sobre la cinta y su mano aterrizó en un Stick.
-Hey,- dijo Artemis. Quizás fuese la tercera vez en su vida en la que hablaba de manera informal.-Lo hice.
-Próxima parada, las Olimpiadas,- dijo Holly, quien se había montado detrás de él.- Venga, guardaespaldas,- llamó por encima del hombro a Mayordomo.- Tu jefe se está dirigiendo a un túnel.
Mayordomo miró a la elfa de una forma que habría acobardado a un toro. Holly era una amiga querida, pero sus bromas podían ser despiadadas.
Mayordomo se acercó de puntillas a la cinta, apretando sus enormes pies en una sola sección y doblando las rodillas para poderse agarrar al stick. Parecía la bailarina más voluminosa del mundo, tratando de arrancar una flor.
Holly podría haber sonreído si Opal Koboi no hubiese estado en su mente.

La cinta del Stick llevó a sus pasajeros desde la Clínica de Argón, a lo largo del borde de una plaza al estilo italiano, hacia un túnel.
Los duendes que estaban comiendo al aire libre se quedaron de piedra y con el tenedor a mitad entre la boca y el plato cuando el extraño trío pasó por allí.
Un oficial vestido con los trajes de la PES era bastante común, pero no lo era tanto el ver a un humano desgarbado vestido como un director de pompas fúnebres y a un hombre del tamaño de una montaña.
El túnel tenía apenas tres pies de altura, por lo que Mayordomo era forzado a agacharse. Con la nariz casi pegada a la pared, pudo darse cuenta de que en ella estaban grabados hermosos pictogramas luminosos que representaban episodios de la historia de las criaturas. De esa forma, los jóvenes podían aprender algo sobre su patrimonio cada vez que pasaban por allí.
Es maravilloso, pensó Mayordomo; pero reprimió su admiración. Hacía tiempo que había disciplinado a su cerebro para concentrarse en sus tareas de guardaespaldas y no perder sus neuronas en cosas como aquellas.
Guárdatelo para tu jubilación, pensó. Entonces podrás volver la vista atrás y apreciar el arte.

Police Plaza era una cima empedrada donde los mejores artesanos habían cuidadosamente pavimentado una bellota, la insignia de la PES.
Para los oficiales de la PES fue una total pérdida de tiempo, ya que por lo general ellos no eran del tipo que se inclinan a mirar por las ventanas del cuarto piso para admirar como la luz del sol artificial era atrapada entre cada adoquín de oro de la hoja creando un hermoso conjunto.
En este día en particular, parecía que todos los del cuarto piso se habían deslizado como guijarros en una superficie inclinada y se habían reunido en la Sala de Situación, justo al lado de la oficina/laboratorio de Potrillo.
Holly atravesó a la multitud extrañamente silenciosa usando los codos. Mayordomo simplemente carraspeó una vez y la multitud se separó de inmediato como si fuesen repelidos magnéticamente por el ser humano gigante. Artemis tomó también este camino para llegar a la Sala de Situación donde se encontraba el Comandante Camorra Kelp y Potrillo, absortos en los acontecimientos de una gran pantalla.
Potrillo notó a la gente tragando saliva , cosa que seguía a Mayordomo a dondequiera que fuese en Refugio. Así que miró alrededor.
-Que los cuatros estén contigo,- le susurró el centauro a Artemis. Su saludo/broma estándar desde los últimos seis meses.
-Estoy curado, y tú lo sabes bien,- dijo Artemis.- ¿Qué está pasando aquí?
Holly dejó un espacio entre ella y el Comandante Camorra Kelp, quien parecía estar transformándose con el tiempo en su antiguo jefe, Julius Remo.
El Comandante Kelp estaba tan lleno de actitud gung-ho* que el había tomado del nombre de Trouble (NT/ En inglés es el Comandante Trouble Kelp) después de la graduación y había intentado arrestar a un troll por tirar basura.
-Corte de pelo nuevo, Capitán,- dijo Holly.- La remolacha tiene uno como ese.
El Comandante Kelp no apartó los ojos de la pantalla. Holly estaba bromeando porque estaba nerviosa, y Camorra lo sabía. Ella tenía razones para estarlo. De hecho, sería más apropiado decir que tenía miedo, porque era lo que le transmitían los demás.
-Mira a la pantalla, Capitana,- dijo firmemente.- Es muy explicativa.

Había tres figuras en la pantalla, un prisionero de rodillas y dos captores. Pero Holly no consiguió localizar a Opal Koboi enseguida porque estaba buscando entre el par que estaba de pie. Algo después, se dio cuenta, con una sacudida, de que Opal era la prisionera.
-Esto es una trampa,- dijo.- Eso debe ser.
El Comandante Kelp se encogió de hombros. Observa.
Artemis se acercó más a la pantalla, explorando la imagen para hallar información.
-¿Estás seguro de que es en directo?
-Es una transmisión en vivo,-dijo Potrillo.
-¿De dónde viene?
Potrillo miró el mapa en su pantalla. La línea de llamada corrió desde un satélite de Sudáfrica hasta Miami, y de allí a otros cientos de lugares. Parecía el garabato de un niño enfadado.
-Se apoderaron de un satélite y lanzaron la línea a través de unos proyectiles.* (O algo así) Podrían estar en cualquier sitio.
-El sol está en lo alto del cielo.- reflexionó Artemis en voz alta.- Creo que puedo adivinar, por las sombras, que es mediodía. Si es una transmisión en vivo, claro.
-Eso lo reduce a un cuarto del planeta.- dijo mordazmente.
En la habitación había una gran algarabía. En la pantalla, uno de los dos corpulentos gnomos que estaba de pie delante de Opal sacó una pistola automática humana, un arma que parecía un cañón en sus dedos de criatura mágica.
Parecía como si la temperatura hubiese caído de repente en la Sala de Situación.
-Necesito silencio,-dijo Artemis.- Echa de aquí a toda esta gente.
Normalmente, Camorra Kelp hubiese discutido con Artemis porque éste no tenía autoridad para dejar vacía una habitación, y posiblemente hubiese invitado a todavía más personas. Pero hoy no era un día como los otros.
-Todo el mundo fuera,- ladró a los oficiales reunidos.-Holly, Potrillo, y el fangosillo, quedaos donde estáis.
-Creo que yo me quedaré también,- dijo Mayordomo.
Nadie objetó.
Habitualmente, los oficiales de la PES se hubiesen quejado al ordenárseles moverse, pero en este caso se apresuraron al monitor más cercano ansiosos por no perderse un solo fragmento del despliegue de los acontecimientos. Potrillo cerró la puerta tras ellos con un golpe de su casco. Después oscureció el cristal de la ventana para que el exterior no los distrajese. Los otros cuatro formaron un semicírculo irregular delante de la pantalla, observando lo que parecían ser los últimos minutos de la vida de Opal Koboi. De una de las Opal Kobois, al menos.

Había dos gnomos en la pantalla, ambos llevando unas máscaras que les cubrían toda la cara y que eran anti-UV (NT/ Rayos ultravioletas). Unas máscaras que podían programarse para parecerse a cualquiera. Estas habían sido modeladas como Pip y Kip, dos populares gatitos de un programa de dibujitos de televisión. Pero aun así se sabía que eran gnomos por sus torsos robustos y sus antebrazos hinchados.
Opal tenía las muñecas atadas y tenía la boca tapada con cinta adhesiva, y ella parecía realmente aterrorizada.


El gnomo con la pistola habló a través de una cosa en su máscara que transformaba su voz en la de Pip el gatito.
-No puedo decirlo más claro,- chilló, y de alguna forma la voz de dibujito hizo que pareciese más peligroso. -Nosotros tenemos una Opal, y vosotros tenéis a la otra. Si dejáis a la vuestra libre, nosotros no materemos a ésta. Teníais veinte minutos, ahora tenéis quince.
Pip el gatito ladeó el arma.

Mayordomo le dio un toquecito al hombro de Holly.
-¿Ha dicho que...?
-Sí, quince minutos u Opal está muerta.
Mayordomo metió un pequeño traductor en su oreja. Esto era demasiado importante como para confiar en su dudosa comprensión del gnómico.

Camorra Kelp no podía creerlo.
-¿Qué clase de trato es este? ¿Danos a un terrorista o matamos a otro?
-No podemos dejar que asesinen a alguien delante de nuestros ojos,- dijo Holly.
-Exacto,- estuvo de acuerdo Potrillo.- Nosotros no somos como los humanos.
Artemis aclaró su garganta.
-Lo siento, Artemis,-dijo el centauro.- Pero los humanos sois unos sanguinarios. Vale, nosotros hemos tenido algún que otro duende poderoso y loco, pero la mayoría de nuestra gente son amantes de la paz. Probablemente por eso estamos viviendo aquí abajo, en primer lugar.

Camorra Kelp gruñó. Gruñir era uno de sus mecanismos de liderazgo, y fue lo suficientemente convincente como para ahogar las peleas.
-Centraos,-dijo.- Necesito soluciones. Bajo ninguna circunstancia podemos liberar a Opal Koboi, pero tampoco podemos quedarnos quietos y dejar que maten a la otra.

El ordenador había captado a Opal Koboi en la pantalla y había decidido abrir su archivo en una esquina por si alguien necesitaba refrescar su memoria.

Opal Koboi. Duende, genio, empresaria e inventora. Dirigió la insurrección de los goblins. Se clonó a sí misma para escapar de prisión e intentó guiar a los humanos hasta Refugio. Responsable de la muerte del Comandante Julio Remo. Tuvo implantada una glándula pituitaria humana con la hormona de crecimiento (eliminada posteriormente). Una versión más joven de Opal siguió a la Capitana Holly Canija desde el pasado y en la actualidad está en nuestro presente. Se supone que intentará liberar su yo encarcelada y volver a su tiempo. Opal está está en un lugar sin precedentes en la lista de los más peligrosos de la PES, ocupa tanto el puesto uno como el dos. Categorizada como altamente inteligente, motivada y psicótica.

Éste es un audaz movimiento, Opal, pensó Artemis. Y con repercusiones catastróficas.

-¿Qué piensas, Artemis?- preguntó Holly.
Artemis frunció el entrecejo.
-Mi primera impresión es que es un farol, pero los planes de Opal siempre tienen en cuenta las primeras impresiones.
-Podría ser una treta. Quizá los goblins simplemente le dispararán con una escopeta de fogueo.
Artemis sacudió la cabeza.
-No, eso no provocaría otra cosa aparte de nuestro terror momentáneo. Opal ha planeado esto de forma que hagamos lo que hagamos, ella gana. Si la liberas, entonces es libre. Si la joven Opal muere, entonces... ¿Entonces qué?
Mayordomo lo ponderó.
-Se pueden hacer todo tipo de cosas con efectos especiales estos días. ¿Y si son los gráficos los que hacen que su cabeza explote?
Artemis se sintió decepcionado con esta teoría, sobre todo porque él ya la había descartado.
-No, Mayordomo. Piensa. No conseguiría nada con eso.
Potrillo bufó.
-De todas formas, si ellos la matan, podremos saber pronto si todo esto es real o no lo es.
Artemis medio rió.
-Cierto, indudablemente lo sabremos.
Mayordomo gruñó. Éste era uno de esos momentos en los que Artemis y Potrillo estaban al corriente de algo científico y asumían que todos los demás en la habitación también eran conscientes. Los momentos como estos volvían loca a Holly.
-¿De qué estáis hablando?- gritó Holly.- ¿Qué sabremos? ¿Cómo sabremos lo que sea que es?
Artemis la miró fijamente como si acabase de despertar de un sueño.
-¿De verdad, Holly? ¿Tienes dos versiones de la misma individuo ocupando el mismo tiempo y no eres consciente de las ramificaciones?

En la pantalla, los gnomos estaban de pie como estatuas detrás de la duende, la cual no paraba de tiritar. Pip, el que iba armado, ocasionalmente miraba a su reloj de muñeca levantando su manga con la pistola. Por lo demás, esperaba pacientemente. Opal imploraba con sus ojos, mirando fijamente a la lente de la cámara. Lágrimas gruesas corrían por sus mejillas, brillando con la luz del sol. Su pelo parecía más escaso y sucio. Su chándal, comprado sin duda en la sección de niños de alguna tienda exclusiva, estaba rasgado en varios lugares, y allí donde estaban había sangre. La imagen estaba en súper alta definición, tan clara que parecía que mirases por una ventana. Si todo esto era un truco, la joven Opal no lo sabía.

Camorra golpeó el escritorio, algo que había adoptado de Julio Remo.
-¿Qué son las ramificaciones? ¿Me cuentas?
-¿Quieres que te explique lo que significa la palabra 'ramificaciones' ? ¿o lo que son las ramificaciones?
Holly le dio un codazo a Artemis en la cintura, para que se diera prisa.
-Artemis, no tenemos mucho tiempo.
-Muy bien, Holly. El problema es que...
-Venga,- imploró Potrillo.- Déjame explicarlo. Éste es mi reino y voy a ser simple e iré al grano. Lo prometo.
-Empieza, entonces,- dijo Camorra, que era bien conocido por su amor hacia lo simple e ido al grano.
Holly rió, como una tos. No podía creer que continuasen actuando como siempre incluso con una vida en juego.
Nos hemos vuelto insensibles, como los humanos.
No importaba lo que Opal hubiese hecho, ella seguía siendo una persona. Había habido momentos oscuros en los que Holly había soñado con capturar a la duende y darle un poco de justicia de los fangosos, pero esos días habían pasado.
Potrillo tiró de su flequillo peinado atrozmente.
-Todos los seres estamos hechos de energía,- comenzó con su típica voz pomposa de te estoy contando información muy importante y que solía usar en situaciones como estas.-Cuando estos seres mueren, su energía se disipa lentamente y regresa a la tierra.- Hizo una pausa dramática.- ¿Pero qué pasa si toda la existencia de un ser es de repente negada por una anomalía cuántica?
Camorra levantó sus brazos.
-¡Whoa! ¿Recuerdas que serías simple e irías al grano?
Potrillo lo intentó de nuevo.
-De acuerdo, si la joven Opal muere, entonces la Opal mayor no puede continuar existiendo.
Camorra tardó unos segundos, pero lo entendió.
-Entonces, ¿pasará como en las películas? ¿Ella se esfumará y nosotros nos quedaremos un poco desconcertados pero la olvidaremos?
Potrillo rió.
-Esa es una teoría.
-¿Cuál es la otra teoría?
El centauro palideció de pronto y, por muy raro que parezca, le dejó la palabra a Artemis.
-¿Por qué no explicas esto un poco?- dijo.- Acabo de visualizar lo que está pasando realmente y tengo que empezar a hacer llamadas.
Artemis asintió cortante.
-La otra teoría fue postulada por primera vez por vuestro profesor Bahjee hace quinientos años. Bahjee cree que si el tiempo presente es contaminando con la llegada de una versión más joven de un ser y esa versión después muere, entonces la versión del presente de ese ser liberará toda su energía de forma espontánea y violenta. Y no sólo eso, sino que también todo lo que existe gracias a la joven Opal también entrará en combustión.

'Violentamente' y 'entrar en combustión' eran palabras que Camorra Kelp entendía bien.
-¿Liberar su energía? ¿Cómo de violento?
Artemis se encogió de hombros.
-Eso depende del objeto o del ser. La materia se transforma instantáneamente en energía. Una enorme fuerza explosiva será liberada. Podemos hablar incluso de fisión nuclear.
Holly sintió cómo su corazón se paraba.
-¿Fisión? ¿Fisión nuclear?
-Básicamente,- dijo Artemis.- Pero sólo por los seres vivos. Los objetos causarían menos daño.
-¿Cualquier cosa que Opal hiciese o en lo que contribuyese explotará?
-No, sólo las cosas que ella hizo en los últimos cinco años, es decir, el período de edades entre las dos Opal.
-¿Estás hablando de todas las armas que utilizamos todavía?- preguntó Holly.
-Y los satélites,- añadió Camorra.- Y uno de cada dos coches de la ciudad.
-Es sólo una teoría,- dijo Artemis.- Hay todavía otra que sugiere que no pasaría nada de nada, aparte de que una persona muera. La física supera a la física cuántica y todo continúa como siempre.
Holly se encontró de pronto con la cara roja de furia.
-Estás hablando como si Opal estuviese ya muerta.
Artemis no estaba seguro de qué decir.
-Estamos mirando hacia el abismo, Holly, Dentro de poco, muchos de nosotros podríamos estar muertos. Tengo que mantenerme objetivo.
Potrillo miró al panel de su ordenador.
-¿Qué opinas sobre los porcentajes, fangosillo?
-¿Porcentajes?
-Teoría del sabio.
-Oh, ya veo. ¿Qué posibilidades hay de las explosiones?
-Exactamente.
Artemis pensó en ello.
-Considerándolo todo, diría que hay un noventa por ciento. Si yo fuese un hombre de apuestas y hubiese alguien para hacer este tipo de apuesta, pondría mi última moneda de oro.
Camorra se paseó por la pequeña oficina.
-Necesitamos liberar a Opal. Dejarla ir inmediatamente.
Ahora Holly dudaba.
-Vamos a pensar sobre esto, Camorra.(NT/ Dice Trubs en vez de Trouble, pero no sabía cómo acortar Camorra)
El comandante se giró hacia ella.
-¿No has oído lo que ha dicho el humano? ¡Fisión! ¡No podemos tener una fisión bajo tierra!
-Estoy de acuerdo, pero aún podría ser una trampa.
-La alternativa es demasiado terrible. Ponme Atlantis en línea. Necesito hablar con el guardián de las Profundidades. ¿Es todavía Vinyáya?
Artemis habló rápidamente, pero con su voz dominante que hacía de él todo un líder desde la edad de diez años.
-Es demasiado tarde para liberar a Opal. Todo lo que podemos hacer es salvar su vida. Eso es lo que ella había planeado desde el principio.
-¿Salvar su vida?- se quejó Camorra.- Pero si todavía tenemos...- Camorra echó un vistazo a la cuenta atrás de la pantalla.- Diez minutos.
Artemis dio una palmada en el hombro de Holly, y luego se alejó.
-Si vuestra burocracia es como la humana, entonces no seréis capaces de meter a Opal en un transbordador en ese tiempo. Lo que sí os da tiempo a hacer es bajarla hasta el núcleo del reactor.
Kelp todavía no había aprendido a callarse y a dejar a Artemis explicar, así que seguía haciendo preguntas, ralentizando el proceso y haciéndoles perder valiosos segundos.
-¿El núcleo del reactor? ¿Qué núcleo del reactor?
Artemis levantó un dedo.
-Una pregunta más, Comandante, y me veré forzado a que Mayordomo te ponga a raya.
Kelp estaba a un suspiro de expulsar a Artemis, pero la situación era crítica y si había alguna oportunidad de que el humano pudiese ayudar...
Apretó los puños hasta que sus dedos crujieron.
-Vale, habla.
-Las Profundidades es alimentado por un reactor de fisión natural en una capa mineral de uranio situada en un lecho de granito similar a una en Oklo, Gabon,- dijo Artemis, rescatando los hechos de su memoria.-La People's Power Company recolecta la energía en pequeñas vainas establecidas en el uranio. Estas vainas se construyen con la ciencia y la magia necesarias para resistir una explosión nuclear moderada. Eso se enseña en vuestros colegios. Todas las criaturas en la sala lo sabe, ¿correcto?
Todos asintieron. Técnicamente era cierto, ahora lo sabían.
-Si llevamos a Opal dentro de la vaina antes de que el tiempo se acabe, entonces la explosión se contendrá al menos y teóricamente. Si echamos suficiente espuma anti-radiacción, Opal podría incluso mantener su integridad física. Aunque esto es algo por lo que yo no apostaría mi última moneda de oro, pero parece ser que Opal está dispuesta a correr el riesgo.

Camorra estuvo tentado de golpear a Artemis en el pecho, pero se resistió sabiamente.
-¿Me estás diciendo que todo esto es un elaborado plan de escape?
-Por supuesto,- dijo Artemis.- Y no es tan elaborado. Opal está forzándote a liberarla de su celda. La alternativa es la destrucción total de Atlantis, y cada alma que hay en ella.
Potrillo ya había cogido los planos de la prisión.
-El núcleo del reactor está a menos de cien yardas de la celda de Opal. Estoy contactando con el guardián ahora.
Holly sabía que Artemis era un genio y que no había nadie más cualificado para adivinar secuestradores. Pero todavía había opciones.
Miró a las figuras de la pantalla y sintió frío al ver lo casuales que parecían los gnomos sabiendo lo que iban a hacer. Estaban encorvados como adolescentes, casi sin mirar a su prisionera, arrogantes en sus actitudes y con las máscaras inteligentes que leían sus expresiones y las mostraban con la cara del dibujo animado. Las máscaras inteligentes se hicieron muy populares con el auge del karaoke, la gente podía entonces parecerse a sus ídolos además de sonar como ellos.

Quizá ellos no tienen ni idea de todo lo que está en juego, pensó Holly de repente. Es posible que ellos sepan lo mismo que yo hace diez minutos.

-¿Pueden oírnos?- preguntó a Potrillo.
-Ellos pueden, pero nosotros no hemos respondido todavía. Tan solo aprieta el botón.
Eso no era otra cosa que una forma de hablar; No era realmente un botón, sino un sensor que se accionaba cuando se tocaba.
-¡Para el carro, Capitana!- ordenó Camorra.
-Soy una negociadora capacitada, señor,- dijo Holly, esperando que el respeto en su tono de voz le permitiese hacer lo que quería.- Y yo estuve una vez...- ella miró con cara de culpabilidad a Artemis, apenada de tener que jugar ese papel.- Y yo estuve una vez bajo secuestro, así que yo sé como funcionan estas cosas. Dejadme hablar con ellos.
Artemis asintió alentadoramente, de forma que Holly supo que entendía su táctica.
-La Capitana Canija está en lo cierto, Comandante,-dijo.- Ella es una negociadora natural. Incluso se las arregló para llegar hasta mí.
-Hazlo,- ladró Camorra.- Potrillo, tú sigue manteniéndote en contacto con Atlantis. Y reúne al Consejo, tenemos que empezar a evacuar las dos ciudades ahora mismo.

Aunque no pudieses ver las verdaderas caras de los gnomos, las expresiones de las máscaras de personajes de dibujitos eran aburridas. Esto no estaba siendo tan emocionante como ellos pensaban que sería. Después de todo, ellos ni siquiera podían ver a su público y nadie había respondido a sus amenazas. Lo que había empezado como una acción revolucionaria estaba comenzando a parecer solamente dos gnomos metiéndose con una duende.
Pip movió su arma hacia Kip, y el significado de esta acción era claro. ¿Por qué no le disparamos ya simplemente?
Holly activó el micrófono con un movimiento de su mano.
-Hola, soy la Capitana Holly Canija de la PES. ¿Podéis oírme?
Los gnomos se animaron de inmediato. Pip incluso intentó dar un silbido, que sonó rasposo a través del distorsionador de voz.
-Hey, Capitana Canija, hemos oído hablar de ti. Hemos visto fotos. No eres demasiado trapajosa, Capitana.
Holly reprimió una réplica, era mejor no replicarle a un secuestrador.
-Gracias, Pip. ¿Debería llamarte Pip?
-Tú, Holly Canija, puedes llamarme como quieras y cuando quieras.- rió Pip, y extendió la mano que tenía libre hacia su compañero para chocar los nudillos.
Holly no podía creerlo. Estos dos estaban a punto de incapacitar todo el mundo de las criaturas y estaban haciendo el tonto por ahí como dos goblins en una fiesta de bolas de fuego.
-De acuerdo, Pip,- continuó Holly.-¿Qué podemos hacer hoy por ti?
Pip sacudió su cabeza con tristeza hacia Kip.
-¿Por qué siempre las guapas son tontas?- Se volvió de nuevo hacia la cámara.- Tú sabes lo que tenéis que hacer, ya os lo hemos dicho. Liberad a Opal Koboi, o su versión joven tomará un largo sueño, lo que quiere decir que recibirá un disparo en la cabeza.
-Necesitas darnos un poco más de tiempo para pensar. Venga, Pip, ¿una hora más? ¿Por mí?
Pip se rascó la cabeza con el mango de la pistola, fingiendo considerarlo.
-Eres mona, Holly, pero no tanto. Si te doy otra hora, me localizarás de alguna manera. No, gracias, Capi. Tienes diez minutos. Si yo fuese tú, abriría la celda o llamaría al enterrador.
-Este tipo de cosas toman su tiempo, Pip,- persistió Holly, repitiendo el nombre, forjando un vínculo.- Se tardan tres días en pagar una multa de aparcamiento.
Pip se encogió de hombros.
-No es mi problema, babe. Ah, y tú puedes llamarme Pip durante todo el día que eso no nos hará mejores amigos. Ese no es mi verdadero nombre.
Artemis desactivó el micrófono.
-Es listo, Holly. No juegues con él, tan solo cuéntale la verdad.
Holly asintió y encendió el micrófono.
-De acuerdo, como te llames. Déjame dejarlo claro. Hay una gran posibilidad de que si disparas a la joven Opal haya una serie de enormes explosiones aquí abajo. Muchas personas inocentes morirían.
Pip movió su arma sin importarle.
-Oh sí, las leyes cuánticas. Nosotros ya lo sabíamos, ¿verdad, Kip?
-Las leyes cuánticas,-dijo Kip.- Por supuesto que lo sabemos.
-¿Y no os importa que criaturas buenas, que pueden ser cercanas a vosotros, mueran?
Pip levantó sus cejas, de modo que sobresalían por encima de la máscara.
-¿Quieres a alguien de tu familia, Kip?
-No tengo familia, soy huérfano.
-¿De verdad? Yo también.
Mientras ellos bromeaban, Opal tiritaba en la suciedad, intentando hablar aun teniendo la cinta aislante en la boca. Potrillo podría hacer un análisis de voz para saber lo que estaba diciendo más tarde, si había un después, porque no había que ser un genio para figurarse que ella estaba suplicando por su vida.
-Debe haber algo que quieras,- dijo Holly.
-Hay una cosa,- contestó Pip.- ¿Me darías tu teléfono? Me gustaría que quedáramos cuando todo esto haya acabado. Aunque puede pasar un tiempo, por supuesto, en el que Refugio esté en ruinas.
Potrillo puso un cuadro de texto en la pantalla, en el cual se leía: Están trasladando a Opal ahora.
Holly agitó sus párpados para mostrar que entendía (NT/ pone eso, aunque suene raro...), después continuó con la negociación.
-Ésta es la situación, Pip. Nos quedan nueve minutos y no podemos sacar a nadie de Atlantis en ese tiempo. Es imposible. Tienen que adaptarse a arriba, atravesar los conductos hasta mar abierto... No es suficiente tiempo.
Las respuestas teatrales de Pip cada vez eran más difíciles de aguantar.
-Bien, entonces supongo que un montón de personas van a nadar. La fisión hará un gran agujero en el escudo.
Holly estalló.
-¿No te importa nadie? ¿Cuál es el precio del genocidio?
Pip y Kip rieron.
-La impotencia es un sentimiento terrible, ¿verdad?- dijo Pip.- Pero hay sentimientos peores. Ahogarse, por ejemplo.
-Y ser aplastado por edificios,- añadió Kip.
Holly golpeó la consola con sus diminutos puños.
Estos dos son exasperantes.
Pip se acercó a la cámara, de manera que su máscara ocupaba toda la pantalla.
-Si no recibo una llamada de Opal Koboi diciéndome que está en una lanzadera camino de la superficie en los próximos minutos, entonces dispararé a esta duende. Tenlo por seguro.
Potrillo dejó descansar su cabeza entre sus manos.
-A mí me solían gustar Pip y Kip,- dijo.

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Y hasta aquí es el capi, espero que lo hayáis disfrutado. ^^ 


2 comentarios:

  1. hooooooo genial gracias, pero quiero mas

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    1. ^^ Ya está subido el segundo capítulo-> http://bajoelcolchondelunicrino.blogspot.com.es/2013/05/artemis-fowl-and-last-guardian_13.html

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